EXCURSIÓN A LOS PINOS

Entre un frondoso pinar,
de sombra muy tupida,
preparamos la comida,
la rica sardina “asá”.

Surgió la dificultad
por no encontrarse “hornija”.
Lo mismo padres que hijos
comenzamos a buscar.

Todo inútil resultaba
para encender la candela,
pues leña no se encontraba
ni “buscá” con una vela.

Llegó la hora de almorzar
y no había ni una brasa.
La sardina no se asa,
ni podíamos empezar.

Gracias a Antonio y José,
que sin dejar de buscar
y sin poder encontrar,
llegaron hasta Jerez.

¡Por fin!... Llenamos el buche
con las sardinas asás
con un tronco de “azabuche”
que pudieron encontrar.

Comimos con apetito
un menú muy variado
lo mismo pescado frito
que el mejillón conservado.

El sol declina a Occidente,
la sombra invade el pinar
y ya se nota un relente
que no se puede aguantar.

Pensamos en el regreso
y nos vamos a los coches
porque se acerca la noche.
y frío hace con exceso.

La excursión resultó buena,
a Los Palacios volvimos,
al café con madalenas
que con deleite bebimos.

Pero surgió de momento
una cosa seductora,
un sembrado de pimiento
de una forma tentadora.

¡A ellos! Dijo uno
de los del coche delantero
y todos, como rateros,
casi no dejan ninguno.

Gracias a que un vozarrón
con frecuencia repetía
¡A ese!..., ¡Al ladrón, al ladrón!
Que viene la policía.

(En el margen figura lo siguiente:)

Y a pesar del vozarrón,
que por el campo se oía
llamando a la policía
que detuviera al ladrón.

Recogieron los pimientos
que llevaron a Sevilla,
dijeron que “pa” simiente.

No tardaron un momento
yo no creo que “pa” semilla,
“pa” pasarlos por los dientes

Sevilla, primavera de 1973