AL HÉROE MAROCHO
Era mediado de agosto,
en plena revolución,
cadavéricos los rostros
y el pueblo en agitación.
Una noticia que llega
de una estación portuguesa,
la gente corre ligera
de pánico y pavor presa.
Se abren puertas y ventanas
y se agrupan las familias.
Se marcha Francisca y Juana
y Baldomero y Otilia.
Eustaquio y José Manuel,
José Antonio y Catalina,
Pedro Alonso y Rafael,
Nicolás y Secundina.
Anastasio y Serafín,
María Josefa y Bartola.
Se marcha Andrés y Agustín
y el pueblo se queda solo.
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