ANTE LA TUMBA DE D. URBANO GARCÍA ÁLVAREZ
Ni fue la Medicina, ni fue la
Cirugía,
lo que llamó a tu puerta,
en lo que tu ilusión y pluma acierta
es en la belleza singular de la poesía.
Aunque fuiste docto en la receta
y competente en aplicar la ciencia,
si tu pluma pecó de la indolencia,
no dejó de brillar con fulgores de poeta.
Ya duermes en brazos de la Muerte,
ya no pulsas la sonora lira,
tu cuerpo corpulento no respira
ni la flauta pávida vuelve a verte.
Cesó tu vida mundana y andariega,
vienes a habitar la casa de cipreses,
ajeno a dolencias y reveses,
tu agitada vida a su meta llega.
Compañero de noches de venturas,
de azares, de juergas y excursiones,
ya te espera la triste sepultura
donde todo termina sin escuchar razones.
¡Quieto el pensamiento y la pluma quieta,
que en este momento se entierra a un poeta!
Cirugía,
lo que llamó a tu puerta,
en lo que tu ilusión y pluma acierta
es en la belleza singular de la poesía.
Aunque fuiste docto en la receta
y competente en aplicar la ciencia,
si tu pluma pecó de la indolencia,
no dejó de brillar con fulgores de poeta.
Ya duermes en brazos de la Muerte,
ya no pulsas la sonora lira,
tu cuerpo corpulento no respira
ni la flauta pávida vuelve a verte.
Cesó tu vida mundana y andariega,
vienes a habitar la casa de cipreses,
ajeno a dolencias y reveses,
tu agitada vida a su meta llega.
Compañero de noches de venturas,
de azares, de juergas y excursiones,
ya te espera la triste sepultura
donde todo termina sin escuchar razones.
¡Quieto el pensamiento y la pluma quieta,
que en este momento se entierra a un poeta!
23 agosto 1967
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