A LA 4ª BATERÍA
Los cabos se me han quejado
de que Eduardo Falcón Bermejo,
arrugando el entrecejo,
coge lo que han tirado.
El caso fue porque un día
marchaba tranquilamente
por la calle de la Gran Vía,
que estaba llena de gente.
Una castaña impaciente,
por temor a ser tostada,
de súbito se arrojaba
de la sartén incandescente.
El dicho cabo la vio,
y dejando al compañero
que con asombro miraba,
hacia ella fue y corrió.
En mitad de la Gran Vía,
entre las ruedas de un carro,
llena de mugre y de barro
la castaña se metía
Bermejo, con osadía,
de entre las ruedas la extrajo,
quitándole con trabajo
la mugre y la porquería
Oh!..., asombro maravilloso,
la castaña fue y quedó
limpia como una patena
y en la boca se la entró,
pareciéndole tan buena
que se la comió.
Por ello ha de pagar
un mes de calabozo,
donde, con gran alborozo,
Cortés lo recibirá.
Sirve de ejemplo a los cabos
de la cuarta Batería
que en mitad de la Gran Vía
no se pueden coger nabos.
Sólo se pueden coger,
con disimulo y con maña,
de la fruta la castaña,
pero que sea de…
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